Punto de vista

Papá ZP

Me llegó vía email la imagen sin censura de la familia Zapatero en la recepción de los Obama. Por inercia, hice un juicio rápido: “Cómo puede ZP dejar ir vestidas así a sus hijas”. Pensé que, como padre, bien podía haber impuesto un: “Así, no venís”. (Claro que, tratándose de chicas en plena adolescencia, existe el riesgo de una respuesta: “Pues, no venimos”).

El padre es el presidente, quien tiene que dar la cara y preservar su imagen. Es lícito pensar que sólo a él le corresponde desempeñar este rol. ¿Obligatoriamente tiene que imponerlo a sus hijas? ¿Forzosamente les tiene que condicionar? Ellas en su vida normal y corriente seguro que son muy fieles a este estilo “gótico” que visten.

Por lo que se ve, ZP respecta estos gustos tan propios de la adolescencia de sus hijas, por encima de lo que piensa la opinión pública, que es una cosa etérea, variable, impersonal, sin memoria (todo esto seguro que será agua pasada dentro de nada).

Me parece muy bien que ZP de más importancia a su rol de padre. Al fin y al cabo, su mandato es efímero. En cambio, la relación padre-hija, lo que se construye día a día, también durante los días de mandato, es perdurable. Y me niego a pensar que este hecho por sí solo sirva para medir su eficacia como presidente.

No veo porque tengo que meterme con que ZP tolere los gustos de sus hijas. Como madre, en la labor de educar a mis hijos, he tenido que decidir, en medio de una pataleta, si estar más pendiente de lo que pueda pensar la gente o de mi hijo; si centrarme en no hacer el ridículo o en gestionar de la mejor forma posible la rabieta. Creo que lo más coherente, y no siempre lo más fácil, es poner toda la energía en gestionar el conflicto de la forma que más beneficie a mi hijo.

A las hijas de ZP, por edad, les toca ser rebeldes; “pasar” de protocolos y parafernalias. Es verdad que dejarlas ir así vestidas a una recepción del presidente de los Estados Unidos es llevar al extremo la idea de que su trabajo afecte lo menos posible a la vida privada de sus hijas. Pero es una decisión suya y de la madre, y no soy quien para juzgarlos como padres.

Y, además, a saber cómo vestirán y con qué me saldrán mis hijos cuando sean adolescentes…

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